lunes, 8 de julio de 2024

Artritis reactiva a Ureaplasma urealyticum

 

Arch. Med Int vol.32 no.4 Montevideo dic. 2010

INTRODUCCIÓN

El término artritis reactiva (AR) se refiere a las artritis gatilladas por una infección previa del tracto urogenital, digestivo u otros en sujetos genéticamente predispuestos, se incluye dentro del grupo de las espóndiloartropatías junto con espondilitis anquilopoyética, artritis psoríasica, artropatías enteropática y la espondiloartropatía indiferenciada.(1-4)

El término Síndrome de Reiter (SR) fue descrito originalmente para la asociación de artritis, uretritis y conjuntivitis desencadenados por una infección entérica (Hans Reiter 1916), actualmente se emplean indistintamente los términos de SR, artritis reactiva y de artritis postinfecciosa.(3,4)

Se caracteriza por manifestaciones articulares típicas con o sin compromiso extraarticular, siendo algunos de sus aspectos terapéuticos controvertidos. Es un entidad de curso benigno, si bien pueden existir casos de evolución crónica, incapacitante.

El objetivo de este trabajo es describir un caso de artritis reactiva a Ureaplasma urealyticum asistido en la Clínica Médica “1” de la Facultad de medicina, UdelaR, Hospital Maciel, Montevideo así como la revisión y actualización del tema.

CASO CLÍNICO

Sexo femenino, 29 años, consulta por historia de 4 meses de evolución dada por gonalgia izquierda acompañada de signos fluxivos, agregando posteriormente compromiso a nivel de cuello de pie derecho e izquierdo que se constatan al examen físico. Sin lesiones cutáneo-mucosas, oculares. Niega síntomas urinarios y digestivos previos.

Planteos clínicos: síndrome oligoarticular asimétrico aditivo a predominio de miembros inferiores de evolución aguda.

Hemograma y VES: sin alteraciones a destacar. Factor reumatoideo negativo.

Exudado uretral: desarrollo de Ureaplasma urealyticum > 104 UFC.

Exudados faríngeo y rectal: sin desarrollo.

Diagnóstico: artritis reactiva a Ureaplasma urealyticum.

Se inicia tratamiento en base a indometacina 25 mg cada 8 horas y sulfasalazina 500 mg cada 6 horas por 6 meses, con buena evolución.

DISCUSIÓN Y COMENTARIOS

Las artritis reactivas se definen como una complicación no supurativa, inmunomediada, desencadenada por una infección previa genitourinaria, entérica u otros desencadenantes (Tabla I).(3-5)

 

 

  

Es una de las espóndiloartropatías menos frecuentes, con una prevalencia de 30 a 40 casos/100.000 habitantes adultos. Afecta fundamentalmente a adultos jóvenes entre 30 y 40 años, con predominio de sexo masculino para los casos desencadenados por infecciones genitourinarias y sin diferencias de sexo para los casos por infecciones entéricas.

Se estima que de 1 a 3% de las uretritis por Chlamydia trachomatis y de 6 a 30% de los pacientes con una infección entérica presentarán una AR.(2,6,7)

El porcentaje que desarrolla una artritis reactiva luego de un episodio infeccioso dependerá de la interacción de el germen implicado, la carga genética del individuo (HLA B27) y los factores ambientales.

En cuanto a los gérmenes implicados, se caracterizan por la capacidad de infectar mucosas, luego son transportados al compartimiento articular por monocitos, donde permanecen probablemente de forma indefinida, ya sea como fragmentos bacterianos o intactos. Para esto muchos de ellos cambian la composición de sus proteínas de membrana externa e inhiben la apoptosis de las células del huésped.

La predisposición genética está vinculada fundamentalmente al HLA B27 presente entre 50 y 80% de las artritis reactivas. El HLA B27 aumenta 20 veces el riesgo de desarrollar una espóndiloartropatía. Su presencia es de escaso valor diagnóstico, pero de alto valor pronóstico a un curso más agresivo de la enfermedad.(8)

El HLA B27 interviene en la presentación antigénica al interaccionar con microorganismos que expresan “péptidos artritógenos”; éstos son presentados a los linfocitos T CD8+ generándose una respuesta inmune primaria que, secundariamente por mecanismos de reactividad cruzada entre antígenos bacterianos y articulares, puede perpetuar la reacción inflamatoria(5,8-10).

No todos los gérmenes referidos tienen una vinculación establecida con el HLA B27 (Tabla II) (2,8).

 

 

El intervalo entre la infección (clínicamente evidente o no) y el comienzo de la sintomatología articular es variable desde 1 a 7 días hasta 4 semanas según los distintos autores(2,11,12).

Clínicamente se caracteriza por manifestaciones articulares y extraarticulares.

A nivel articular las manifestaciones características son la artritis y la entesitis. La artritis se manifiesta como una oligoartritis asimétrica, aditiva a predominio de miembros inferiores, en 55% se presenta con sacroileítis y en 22% con espondilitis.

La entesitis se manifiesta como talagia por afección del tendón de Aquiles y de la fascia plantar en el calcáneo, y por “dedos en salchicha” por compromiso de extensores de dedos de manos y pies (3,5).

Las manifestaciones extraarticulares pueden ser múltiples comprometiendo prácticamente cualquier parénquima.

A nivel cutáneomucoso es típica la queratodermia blenorrágica (10 a 30%) se inicia como vesículas de base eritematosa que evolucionan a pápulas y nódulos e hiperqueratosis, suelen localizarse a nivel palmo plantar, pero también puede afectar dedos, escroto, pene, tronco y cuero cabelludo, se resuelve en semanas sin dejar cicatriz, clínica e histológicamente es indistinguible de la psoriasis pustulosa.

La balanitis circinada (23 a 50%) se describe como pequeñas úlceras superficiales en el glande que suelen preceder a la artritis, son lesiones húmedas, indoloras, que pueden evolucionar a costras. Lesiones tipo eritema nodoso sólo se han relacionado con AR vinculadas a Yersinia (2,4,5).

En la mucosa bucal pueden existir erosiones, úlceras indoloras y “lengua geográfica” (15 a 30%).

También puede existir compromiso ungueal (6 a 9%) con paroniquia, hiperqueratosis subungueal y onícolisis(2,4,5).

A nivel ocular la manifestación más frecuente es la conjuntivitis, pero también puede existir uveitis anterior (15%) que puede evolucionar a la ceguera(5).

Los síntomas genitourinarios pueden ser por la infección desencadenante o “reactiva” (inmunomediada) expresándose como: uretritis, prostatitis, epididimitis, orquitis, vaginitis, cervicitis o salpingitis(2,5).

El compromiso cardiovascular es infrecuente, pudiendo determinar: miocarditis, pericarditis, bloqueos en la conducción, insuficiencia aórtica.

A nivel renal: piuria estéril, proteinuria, microhematuria; siendo el desarrollo de una glomerulonefritis severa con daño permanente muy infrecuente.

La afectación intestinal está dada por lesiones similares a las de las enfermedades inflamatorias intestinales(2).

Dentro de los exámenes paraclínicos, los más relevantes son los que demuestren la presencia de una infección bacteriana capaz de provocar una AR en el tracto genitourinario o en el intestino, son útiles incluso en ausencia de sintomatología infecciosa (probablilidad diagnóstica > 50%), para esto se han de realizar los respectivos exudados en los sistemas referidos(2).

Los métodos serológicos son útiles para: Chlamydia trachomatis, Yersinia, Campylobacter, Salmonella y Clostridium difficile, son de valor diagnóstico en casos de tratarse de anticuerpos de tipo Ig M o Ig A; de ser Ig G sólo son de valor si presentan títulos muy altos o triplican sus títulos en el plazo de 2 a 4 semanas.

Para Shigella la serología es de escaso valor por la alta reactividad cruzada con Escherichia coli.

No se disponen de pruebas serológicas estandarizadas para Ureaplasma ureayticum.13

Los leucocitos, VES, proteína C reactiva pueden hallarse elevados; el factor reumatoideo y los anticuerpos antinucleares suelen ser negativos.

La determinación del HLA B27 no es necesario para el diagnóstico, sí es de valor pronóstico.

La obtención de líquido sinovial es útil en ciertos casos para diferenciarla de la artritis séptica y de las artropatías microcristalinas; es de tipo inflamatorio con recuento de leucocitos de 2.000 a 50.000/mm3 con predominio de polimorfonucleares en agudo y de linfocitos en etapas posterores; proteínas > 2,5 g, glucosa normal y cultivos negativos.

Las radiografías articulares son normales al inicio pudiendo sólo observarse aumento de partes blandas, en casos crónicos: osteoporosis yuxtaarticular, erosiones marginales, pérdida del espacio articular, periostitis, formación reactiva de hueso nuevo.

Por medio de ecografía y por resonancia magnética nuclear pueden evidenciarse la entesitis y la sacroileítis(2,4).

Para el diagnóstico de las AR no existen criterios ampliamente aceptados, se basa en la presencia de manifestaciones clínicas compatibles en un sujeto con una infección previa evidente o no. La probabilidad diagnóstica ante un cuadro clínico típico con síntomas de infección precedente es de entre 30 y 50%, de ser positivos los resultados bacteriológicos aumenta a 70-80%(4).

Los principales diagnósticos diferenciales son con artritis séptica, artritis microcristalinas y otras espondiloartropatías, para la respectiva diferenciación son fundamentales una completa valoración semilógica, el balance lesional, los exámenes referidos y la evolución.

El tratamiento se basa en el empleo de antiinflamatorios no esteroideos (AINES) e inyección local de corticoides. Los corticoides sistémicos son poco efectivos para los síntomas axiales, pero pueden emplearse en casos de poliartritis aguda con respuesta insuficiente a los AINES (prednisona 1 mg/kg de peso/día).

Los fármacos modificadores de la enfermedades se han de emplear en casos de no respuesta a los AINES tras 2 semanas de su empleo se indica la sulfasalazina 2 a 3 g/día, así como en la enfermedad persistente, y en los episodios recurrentes; de haber respuesta al tratamiento se mantendrá la dosis por 6 meses con descenso posterior, de no responder a los 4 meses a dosis máximas se suspende su administración.Otras opciones son metrotexate y azatioprina.3,4

El empleo de terapias biológicas con antiTNF alfa están aprobados para la espondilitis anquilopoyética y artritis psoriásica; no existen suficientes estudios aún para la AR si bien se plantea sean útiles en casos refractarios.3,4

El punto más debatido en el tratamiento es el empleo o no de antibióticos. Hay consenso de que no están indicados en caso de infecciones entéricas ya que su administración no influye en el riesgo de desarrollar una AR(3,12-16).

Sin embargo en la infección aguda por Chlamydia el tratamiento antibiótico precoz puede reducir el riesgo de desarrollar una AR, pero, una vez que los síntomas articulares están presentes, una pauta corta de antibióticos no es efectiva y el resultado de tratamientos prolongados parece ser de escaso beneficio por lo que no se recomienda su empleo, sólo se demostró para lymecycline 300 mg tres veces por día por 12 semanas en pacientes con AR secundaria a Chlamydia trachomatis en la cual pareció disminuir la duración de la artritis sin cambiar la historia natural de la enfermedad(2,3,12,14-17).

El pronóstico es bueno en la mayoría de los casos con remisión en 3 a 5 meses, en torno a 30% puede evolucionar a la cronicidad, siendo factores de riesgo para esto la infección por Chlamydia trachomatis, HLA B27+(4,17).

Mención aparte merece la asociación de las AR con la infección por VIH. Su primera descripción data de 1985. El curso de las AR en estos pacientes es en general más grave, progresivo y refractario al tratamiento convencional que en pacientes VIH (-).

La relación entre ambas patologías se ha explicado por distintos mecanismos: la inmunodeficiencia generada por el VIH favorece la infección por gérmenes “artritogénicos”, el aumento relativo de CD8+ que interacciona con el HLA B27 y el propio VIH como desencadenante de la AR.

En casos de dicha asociación se generan limitantes en la terapéutica, se han de emplear AINES, en casos refractarios sulfasalzina, inyecciones intraarticulares de corticoides. Los inmunosupresores como metrotexate y azatioprina aumentan la inmunosupresión favoreciendo el desarrollo de sarcoma de Kaposi fulminante.

Para las lesiones cutáneas queratolíticos y retinoides como acitretino 25 mg/día también útil en manifestaciones articulares(18,19).

 

CONCLUSIONES

Las AR constituyen una complicación inhabitual de infecciones frecuentes, su reconocimiento es de importancia para el médico clínico que, en una visión global del paciente, ante una presentación articular típica, con o sin el resto de las manifestaciones extraarticulares, podrá unir los distintos elementos que llevarán a un correcto y racional diagnóstico y, por ende, a un tratamiento adecuado del paciente afectado, siendo aún controvertidos algunos aspectos vinculados al tratamiento.

Síndrome antifosfolípidos

 Recomendaciones para el reconocimiento, el diagnóstico y el manejo de este síndrome complejo y poco conocido, de consecuencias graves si no se trata.Autor/a: Dres. Danielle Cohen, Stefan P Berger, Gerda M Steup-Beekman, Kitty W M Bloemenkamp, Ingeborg M Bajeman BMJ 2010;340:c2541

El síndrome antifosfolípidos (SA) fue descrito por primera vez hace 27 años en pacientes con lupus eritematoso sistémico  (LES) y presencia de anticuerpos anticardiolipina, quienes presentaban un síndrome de coagulación que afectaba las arterias y las venas. Las mujeres tenían un riesgo elevado de aborto recurrente y pérdida fetal. Los criterios internacionales de clasificación actuales se basan en las observaciones clínicas iniciales. El síndrome es poco reconocido y subdiagnosticado y si no recibe tratamiento puede tener consecuencias graves.  Las dificultades diagnósticas dependen de la falta de estandarización de los análisis de laboratorio. Es muy importante la sospecha precoz, ya que el tratamiento puede reducir la mortalidad y la morbilidad en personas relativamente jóvenes que sufren enfermedades como el accidente cerebrovascular  (ACV), el infarto de miocardio y la trombosis venosa profunda. Debido a esta presentación clínica variada, los pacientes con SA consultan a diferentes especialistas.

¿Qué es el síndrome antifosfolípidos?

El SA es una enfermedad sistémica autoinmune, caracterizada por trombosis arterial y venosa, complicación del embarazo (para la madre y el feto) y  aumento del título de anticuerpos antifosfolípidos (AA). En más del 50% de las pacientes se presenta solo (SA primario) pero puede ir asociado a otras enfermedades inmunológicas, siendo la más común el LES—20-35% de los pacientes desarrollan un SA secundario. Una variante aguda del SA—el SA catastrófico—provoca la microangiopatía trombótica diseminada e insuficiencia multiorgánica. Los criterios de clasificación fueron actualizados por última vez en 2.006.

¿Quién los sufre?

El LES afecta de 1-20 cada 100.000 mujeres (dependiendo del origen étnico), de las que aproximadamente el 30% sufre un SA secundario. La prevalencia del SA primario en la población se desconoce, aunque se calcula que afecta al 0,5% de la población.

El SA aparece principalmente en mujeres jóvenes en edad fértil; raramente se afecta a los niños y solo en el 12% de los pacientes se presenta después de los 50 años. En un estudio de cohorte internacional, la edad media en el momento del diagnóstico fue de 34 años. La relación varón:mujer fue 1:3,5 para el SA primario y 1:7 para el SA secundario a LES.  Un estudio reciente de una cohorte de 122 casos pediátricos (primarios y secundarios) informó una edad media de 10,7 al comenzar la enfermedad y una relación varón:mujer de casi 1:1,7. Los pacientes ≥50 años suelen ser varones y tener mayor prevalencia de ACV y enfermedad cardíaca coronaria. Menos del 1% de los pacientes con SA primario o secundario desarrolló una forma catastrófica y en casi la mitad de ellos apareció de novo, sin cuadros trombóticos previos.

¿Cuáles son los anticuerpos antifosfolípidos (AA) y cómo podrían causar los síntomas?

Los AA forman un grupo heterogéneo de autoanticuerpos dirigidos contra las proteínas del plasma y se unen a los fosfolípidos. Algunos anticuerpos de la familia antifosfolípidos tienen un efecto paradójico sobre la coagulación: en vivo, se asocian con trombosis recurrente pero in vitro, aumentan el tiempo de coagulación dependiente de los fosfolípidos, un fenómeno conocido como actividad “anticoagulante lúpico”. El análisis del anticoagulante lúdico es una prueba funcional basada en la combinación de varios análisis de coagulación. Para el diagnóstico de SA son útiles otros 2 anticuerpos, anticardiolipina y antiglucoproteína I β2, los cuales se detectan mediante ELISA.

Los anticuerpos con actividad anticoagulante lúpica tienen importancia clínica—dos revisiones sistemáticas recientes comprobaron su estrecha relación con las complicaciones trombóticas y obstétricas.

Los autores lamentan la falta de estandarización de esas pruebas entre los laboratorios. Una encuesta reciente que evaluó muestras plasmáticas con positividad para el anticoagulante lúdico comprobó una tasa de falsos positivos del 24%, lo que pone de relieve la importancia de una buena comunicación entre el laboratorio y la clínica y  la necesidad de contar con guías.

Los AA se hallan en el 1-5% de los sujetos aparentemente sanos. Su prevalencia aumenta con la edad y puede ser influenciada por enfermedades crónicas, infecciones, cáncer y ciertos fármacos. En estas enfermedades, la positividad suele estar representada por títulos bajos de anticuerpos IgM que no se asocian con trombosis o efectos obstétricos adversos. La positividad persistente es rara. En un estudio de sección cruzada de 552 donantes de sangre sanos, el 6,5% tenía anticardiolipina IgG pero al cabo de 3 meses poco menos del 2% todavía tenía los títulos aumentados.

Para el diagnóstico definitivo de SA se requiere el cumplimiento de los criterios clínicos y la positividad de las pruebas de laboratorio en al menos 1 de 3 análisis realizados en 2 ocasiones separadas por semanas porque solo los AA persistentes tienen importancia clínica. La correlación entre los AA presentes y los síntomas clínicos es variable. Los estudios diagnósticos prospectivos con buen diseño son escasos y hay dificultad para interpretar los signos clínicos y los resultados serológicos, debido a la falta de estandarización de los ensayos, la inclusión de criterios variables y la diferencia en las definiciones existentes. En general, la evidencia avala lo siguiente:

• El anticoagulante lúpico está estrechamente relacionado con la trombosis venosa, tanto en el LES como en la población general. Este efecto se nota más en <50 años.
• El anticoagulante lúpico está estrechamente asociado con el ACV, tanto en el LES como en la población general. Este efecto es más acentuado en <5º años.
• El anticoagulante lúpico está estrechamente asociado con la pérdida fetal posterior a la 10ª semana de gestación.
• El anticoagulante lúpico predice la trombosis venosa y la pérdida fetal mejor que los anticuerpos anticardiolipina.
• Se considera que el análisis ELISA de los anticuerpos anticardiolipina tiene más sensibilidad pero menor especificidad. Un resultado positivo se correlaciona más con la morbilidad en el embarazo que con la trombosis.
• Las investigaciones sobre la relación entre los anticuerpos antiglucoproteína I ß2 y los síntomas clínicos han dado resultados contradictorios. La importancia clínica de los anticuerpos antiglucoproteína I ß2 es incierta.
• Las pacientes con positividad para los 3 anticuerpos tienen un riesgo particularmente elevado de morbilidad o tromboembolismo en el embarazo.
• Los factores de riesgo de trombosis como el tabaquismo (enfermedad arterial) y los anticonceptivos orales (trombosis venosa) aumentan más el riesgo de trombosis en presencia de AA.
• Se desconoce el riesgo en personas aparentemente sanas con AA positivos persistentes que finalmente desarrollan un cuadro clínico como la trombosis o un resultado adverso del embarazo.

Criterios de clasificación del síndrome antifosfolípidos

El diagnóstico de SA se hace cuando están presentes al menos uno de los criterios clínicos y uno de los criterios de laboratorio siguientes:

Criterios clínicos
Trombosis vascular

Uno o más episodios de trombosis arterial, venosa o de los pequeños vasos en cualquier tejido u órgano.La trombosis debe ser confirmada por criterios objetivos válidos (imágenes o histopatología).

Confirmación histopatológico: presencia de trombosis sin signos de inflamación en la pared vascular.

Morbilidad en el embarazo
Una o más muertes inexplicadas de un feto morfológicamente normal en la 10ª semana o más de gestación, con feto morfológicamente normal documentado por ecografía o examen directo.

Uno más partos prematuros de un recién nacido morfológicamente normal  antes de la 34ª semana de gestación debido a eclampsia o preeclampsia grave definida por criterios estándar o un cuadro reconocido de insuficiencia placentaria.

Tres o más abortos espontáneos consecutivos inexplicados antes de la 10ª de gestación, sin anormalidades anatómicas u hormonales maternas y causas cromosómicas paternas o maternas.

Criterios de laboratorio

Anticoagulante lúdico en plasma en 2 o más ocasiones, con al menos 12 semanas de intervalo, detectado de acuerdo con las guías de la International Society on Thrombosis and Haemostasis.

Títulos moderado o eleados (>40 unidades de fosfolípidos IgG o Igm [1 unidad de anticuerpo es1 µg de anticuerpo]) o >percentilo 99 de anticuerpos anticardiolipina IgG o IgM en suero o plasma, en ≥2 ocasiones, con un intervalo de al menos 12 semanas , mediante ELISA.

¿Qué se sabe acerca de su etiología y fisiopatología?

Es poco lo que se conoce sobre la causa de la producción de autoanticuerpos frente a proteínas de unión a los fosfolípidos, tales como la anti-glucoproteíona I ß 2,

Efecto sobre la coagulación y las vías inflamatorias

Los AA afectan la cascada de la coagulación y la inflamación. En un proceso mediado por la glucoproteína I ß2, los AA se unen a las plaquetas y las células endoteliales activando las células endoteliales e induciendo un estado procoagulante. La unión de los anticuerpos también activa el complemento dando como resultado el reclutamiento de otras células inflamatorias, la activación de factores tisulares, el daño endotelial y, finalmente, la trombosis. Aunque se cree que el compromiso cerebral es principalmente de naturaleza trombótica, la evidencia actual indica que los AA pueden tener efectos más directos, causando un deterioro neurológico no relacionado con la trombosis, a través de interacciones entre los anticuerpos y las células, posiblemente debido a la activación del complemento o a una solución de continuidad de la barrera hematoencefálica.

¿Existe un disparador adicional?

La mayoría de los pacientes desarrolla un cuadro trombótico aislado en algún sitio corporal, indicando que para el desarrollo de la trombosis es necesario un disparador o factor de riesgo adicional—un “segundo impacto”—siendo posibles candidatos la infección, el daño endotelial y el embarazo.

Embarazo

En un comienzo se creía que la principal causa del resultado adverso de un embarazo era la trombosis de los vasos placentarios. Sin embargo, la trombosis y el infarto de la placenta no son específicos del SA sino que ocurren en otras enfermedades como el síndrome de preeclampsia no antifosfolípidos. En los estudios in vitro y en animales se ha observado que los AA pueden unirse directamente a las células trofoblásticas y causar daño celular directo, invasividad defectuosa y una respuesta inflamatoria local, como resultado de la activación de las vías clásica y alternativa del complemento, dando cierta luz sobre la fisiopatologías de la pérdida del embarazo. Por otra parte, se ha comprobado un efecto protector de la heparina como resultado de su actividad, no solo sobre la coagulación sino también como anticomplemento. Los AA parecen causar una disfunción directa de los trofoblastos como así la activación del complemento en la interfase materno-fetal, provocando un intercambio alterado de los componentes sanguíneos entre la madre y el feto, lo cual lleva al aborto precoz, la preeclampsia, la restricción del crecimiento intrauterino o aun la muerte fetal intrauterina.

¿Cómo se presentan los pacientes con síndrome antifosfolípidos?

Las manifestaciones clínicas del SA son diversas y pueden afectar los sistemas orgánicos. La trombosis venosa, junto con las complicaciones, es más común que la trombosis arterial. En una cohorte de 1.000 pacientes, el primer síntoma fue la trombosis venosa profunda en la pierna (32%) y el embolismo (14%. Otros vasos son afectados con mayor frecuencia por la trombosis no relacionada con el SA, como las arterias renales, hepática y subclavia y, las venas retinianas, los senos cerebrales y la vena cava. Los cuadros trombóticos arteriales más comunes son el ACV y el ataque isquémico, los cuales constituyen la manifestación inicial en el 13% y 7% de los pacientes, respectivamente.  Los cuadros trombóticos recurrentes con comunes. El patrón vascular de la trombosis recurrente es bastante similar en la trombosis venosa (70% de recurrencia venosa) y la trombosis arterial (90% de recurrencia arterial).

Compromiso cerebral

El compromiso cerebral es común en el SA.

La isquemia cerebral, la migraña, la disfunción cognitiva, las convulsiones, la corea, la mielitis transversa, la psicosis, la depresión y el síndrome de Guillain-Barré han sido asociados con la presencia de AA. A pesar de la estrecha relación observada entre la cefalea crónica, incluyendo la migraña, y el SA, los estudios mostraroncontradicciones. Se ha hallado una asociación entre la valvulopatía cardíaca y las manifestaciones del sistema nervioso central del síndrome, lo que indica que existe un riesgo de embolia cerebral a partir de la válvula enferma.

Compromiso de otros órganos

La anormalidad cardíaca más común en los pacientes con SA es la endocarditis bacteriana no trombótica, caracterizada por trombos de fibrina con adherencia plaquetaria sobre la superficie endotelial de las válvulas (11,6% de los pacientes durante la evolución de la enfermedad). En el 2,8% de los casos, el síntoma de presentación es el infarto de miocardio. Estudios prospectivos han mostrado que los AA se asocian con mayor riesgo de infarto de miocardio.

Condiciones que favorecen el SA

Alerta roja
Trombosis venosa profunda o embolismo pulmonar inexplicados en pacientes <50 años.
ACV en <50 años.
Ataque isquémico transitorio en <50 años.
Trombosis recurrente.
Trombosis en un sitio inusual.
Pérdida fetal inexplicada luego de la  10ª semana de gestación.
Preeclampsia precoz grave.
Restricción del crecimiento intrauterino grave.
Preeclampsia con trombocitopenia grave.
Valvulopatía cardíaca (combinada con otros síntomas de este cuadro).
Diagnóstico nuevo de LES.

Alerta amarilla
Livedo reticularis
Fenómeno de Raynaud.
Trombocitopenia persistente inexplicada.
Pérdida del embarazo precoz recurrente.

La trombosis puede ocurrir en cualquier vaso renal. Se puede producir la oclusión de las venas renales y del tronco de la arteria renal como así microtrombos en los capilares renales, lo que puede ocasionar una disminución de la función renal. En el SA secundario no hay estudios prospectivos que hayan investigado si los AA empeoran la evolución del LES clásico, pero los análisis retrospectivos proporcionan evidencia válida para ello.

Las manifestaciones hematológicas como la trombocitopenia y la anemia hemolítica, los síntomas dérmicos, como livedo reticularis, ocurren en el 10-30% de los pacientes, aunque estos cuadros no están incluidos en los criterios de clasificación.

Situaciones en las que está indicada la determinación de anticuerpos antifosfolípidos

Trombosis.
Trombosis arterial antes de los 50 años.
Trombosis venosa no provocada, antes de los 50 años.
Trombosis recurrente.
Trombosis en un sitio inusual.
Pacientes con tanto arteriales como venosos eventos trombóticos.

Efectos maternos y fetales durante el embarazo

Los criterios obstétricos para definir el SA son: la pérdida fetal inexplicada antes de la 10ª semana de gestación; 3 o más pérdidas fetales consecutivas antes de la 10ª semana de gestación y, preeclampsia o cuadros de insuficiencia placentaria asociados con parto prematuro de bebés morfológicamente normales, antes de la 34ª semana de gestación. Otras manifestaciones que no cumplen con los criterios diagnósticos pero que son secuelas del síndrome son la trombosis materna y la restricción del crecimiento intrauterino inexplicados. La pérdida fetal está estrechamente relacionada con la presencia de AA, en particular el anticoagulante lúpico.

Estudios prospectivos han comprobado que el anticoagulante lúpico o los títulos elevados de cardiolipina IgG aumentan el riesgo de resultados adversos recurrentes. La evidencia acerca de la asociación etiológica entre los AA  y el aborto es limitada. El aborto precoz es relativamente común y tiene muchas causas, de las cuales las más probables son las anormalidades cromosómicas. Es muy posible que los estudios de observación sobre la asociación entre el SA y el aborto precoz recurrente tengan muchos factores de error, sobre todo por la inclusión de abortos esporádicos más que recurrentes. Por lo tanto, las guías internacionales aconsejan hacer la pesquisa de los AA solamente en mujeres con más de 3 abortos precoces. Las mujeres con SA tienen mayor incidencia de preeclampsia precoz grave, lo que frecuentemente provoca parto prematuro iatrogénico debido a la terminación del embarazo por causas maternas o fetales. La preeclampsia con trombocitopenia grave también puede despertar la sospecha de SA y se considera un signo de alarma.

¿En quiénes se debe buscar los anticuerpos antifosfolípidos? 

Lupues eritematoso sistémico

En la fase inicial del LES se recomienda el análisis de AA, el cual debe repetirse ante la emergencia de nuevos factores de riesgo de tromboembolismo. El anticoagulante lúpico y el anticuerpo anticardiolipina persistente aumentan el riesgo de cuadros tromboembólicos en pacientes con LES. Los datos sobre AA pueden ayudar cuando es difícil interpretar la aparición de nuevos síntomas e influir en las decisiones terapéuticas.

Embarazo

Un estudio prospectivo reciente de embarazadas con solo un aborto previo espontáneo antes de la 10ª semana informó que la presencia de AA aumentó significativamente el riesgo de pérdida fetal, preeclampsia y restricción del crecimiento intrauterino. Sin embargo, luego de un solo aborto, la mayoría de los embarazos posteriores no presenta complicaciones, sin ningún tratamiento. Por lo tanto, no se aconseja hacer el análisis después de un solo aborto ni en todas las mujeres que planean un embarazo.

¿Cómo se puede tratar el síndrome antifosfolípidos?

Los agentes antitrombóticos reducen el riesgo de tromboembolismo recurrente y son la base terapéutica. Las guías actuales sobre el tratamiento del SA subdividen a los pacientes en aquellos con trombosis venosa y aquellos con SA obstétrico.

Primer episodio

Para un primer episodio de trombosis venosa no provocada o de tromboembolismo asociado a AA persistentes, se recomienda la anticoagulación prolongada con antagonistas de la vitamina K como la warfarina, para reducir el riesgo de un cuadro tromnótico recurrente. Sin embargo, si existe la posibilidad de eliminar un factor de riesgo de tromboembolismo reversible—como la cirugía, la inmovilización, la estrogenoterapia o el embarazo—no está justifica la anticoagulación indefinida.

El único estudio prospectivo que se ocupó de cuadros cerebrales mostró tasas similares de tromboembolismo recurrente y de riesgo de hemorragia en pacientes tratados con warfarina o dosis bajas de aspirina. Sin embargo, el criterio inapropiado para definir los AA limita la generalización de este estudio. En pacientes con SA y ACV, se recomienda la anticoagulación prolongada con warfarina o dosis bajas de aspirina.

Dos trabajos aleatorizados y controlados que estudiaron la prevención de la trombosis venosa recurrente y los cuadros trombóticos arteriales en adultas con SA no embarazadas compararon los resultados de la anticoagulación de alta intensidad (RIN [International Normalised Ratio] de 3.1-4) con la anticoagulación de intensidad moderada (RIN 2-3). Ambos trabajos usaron warfarina oral y comprobaron que el tratamiento de alta intensidad fue mejor para la prevención de los cuadros trombóticos. Cuando se juntaron los resultados, el riesgo de hemorragia fue algo mayor en los pacientes con anticoagulación de alta intensidad. Las limitaciones de estos estudios (los pacientes con cuadros arteriales fueron minoría y muchos pacientes elegidos al azar para alcanzar un RlN >3 no cumplieron con ese objetivo) y el hecho de que los resultados se contradicen con los resultados de estudios de observación, el objetivo terapéutico todavía sigue siendo tema de debate cuál. En la actualidad, las guías internacionales y las revisiones sistemáticas recomiendan un RIN entre 2 y 3.

Prevención de las complicaciones obstétricas

Se han propuesto varias estrategias para prevenir las complicaciones trombóticas maternas y mejorar la terminación del embarazo en mujeres con SA. Existen pocos estudios bien diseñados y los estudios poblacionales son heterogéneos, de manera que el nivel de evidencia para las opciones terapéuticas es bajo.

Prevención de las complicaciones trombóticas maternas
 
La warfarina atraviesa la placenta y es teratogénica en el primer trimestre del embarazo, de modo que para la tromboprofilaxis prenatal se opta por las heparinas de bajo peso molecular.  Los estudios de observación han demostrado que esas heparinas son al menos tan efectivas como  la heparina no fraccionada, además de ser más seguras. Cuando las mujeres con SA bajo tratamiento prolongado con warfarina por haber tenido una trombosis previa deciden concebir o el embarazo ha sido confirmado, deben pasar al tratamiento con heparina. La dosis de heparina dependerá de su historia clínica siendo conveniente la consulta con el hematólogo.

Prevención del resultado adverso del embarazo

Un metaanálisis de trabajos de intervención para abortos recurrentes (precoces) concluyó que la heparina asociada a dosis bajas de aspirina reduce la pérdida del embarazo en un 64% de los casos. No se han hecho estudios controlados y aleatorizados sobre la prevención en pacientes con antecedentes de aborto tardío, muerte fetal y restricción del crecimiento intrauterino. En tales casos, se recomienda a los clínicos hacer el tratamiento con dosis bajas de aspirina y heparina (principalmente de peso molecular bajo). En pacientes con AA y antecedentes de preeclampsia grave se indican dosis bajas de aspirina (75-80 mg, una vez por día).

No se han confirmado beneficios de los glucocorticoides, los agentes citotóxicos y la inmunoglobulina intravenosa, los que pueden ser teratogénicos.

Lupus eritematoso sistémcio

Para la prevención primaria de la trombosis y la pérdida fetal en pacientes con LES y AA se pueden indicar  dosis bajas de aspirina. En las pacientes con LES no embarazadas y SA asociado a trombosis  se puede considerar la anticoagulación con antagonistas de la vitamina K, la cual es efectiva para la prevención secundaria de la trombosis. En las embarazadas con LES y SA se recomienda la heparina no fraccionada o la heparina de bajo peso molecular combinadas con aspirina, lo que reduce la pérdida fetal y la trombosis.

Síndrome antifosfolípidos catastrófico

El SA catastrófico es una rara condición que amenaza la vida y se caracteriza por el rápido desarrollo de múltiples microtrombos en diversos sistemas de órganos, por lo general el cerebro, los riñones, los pulmones y la piel. La trombocitopenia, la hemólisis, la esquistocitos y la activación del sistema de coagulación son hallazgos comunes de laboratorio, de modo que la púrpura trombocitopénica trombótica, el síndrome urémico hemolítico y la coagulación intravascular diseminada son diagnósticos diferenciales importantes. La mortalidad en este síndrome se acerca al 50%.

Los datos sobre el tratamiento son limitados pero los regímenes terapéuticos actuales han reducido la mortalidad, en comparación con las series de casos históricas. Los regímenes terapéuticos con buenos resultados incluyen los anticoagulantes, las dosis elevadas de corticosteroides y, el recambio plasmático con o sin Ig intravenosa. El intercambio de plasma parece ser de particular utilidad en la microangiopatía trombótica. Los trastornos precipitantes como la infección deben ser tratados inmediatamente.

Consejos para no especialistas

• El reconocimiento temprano SA ayuda a prevenir la trombosis recurrente y la morbilidad materna y fetal recurrentes.
• Un diagnóstico tardío puede causar discapacidad permanente, como resultado de la formación de trombosis sin control, o incluso la muerte.
• Realizar 3 análisis de laboratorio para este síndrome.
• Trate de obtener los primeros resultados antes de empezar los anticoagulantes, porque influye en los resultados de la prueba del anticoagulante lúpico.
• Consulte con el especialista sobre los pacientes con resultados positivo.
• El embarazo conlleva un alto riesgo, y las mujeres deben ser atendidas en centros especializados.
• Los factores tradicionales de riesgo de enfermedad cardiovascular aumentan el riesgo de trombosis en este síndrome, incluso a temprana edad.
• Proporcionar apoyo a los pacientes para dejar de fumar, perder peso, y evitar los anticonceptivos orales y la terapia hormonal sustitutiva.

Desafíos futuros para el manejo del SA

• Todavía no se cuenta con una prueba diagnóstica segura.
• El SA simula cualquier otra enfermedad, lo que genera errores diagnósticos y frustra los esfuerzos para realizar estudios de suficiente tamaño para obtener un aval inequívoco para las estrategias de diagnóstico y tratamiento.  Dejar el SA sin tratamiento ocasiona secuelas graves.
• Los autores aconsejan que cualquier paciente con sospecha de SA sea visto por un equipo multidisciplinario que incluya al hematólogo, reumatólogo, neurólogo, nefrólogo y obstetra, para un mejor diagnóstico, tratamiento y educación.

Cursos de investigación y retos del futuro

• Esclarecer la relación entre la inflamación y la trombosis en el SA.
Desentrañar los efectos de los AA sobre la hemostasia, la activación endotelial y la invasividad placentaria.
• Hallar pruebas más específicas para los AA en que se correlacionen mejor con los síntomas clínicos.
• Identificar el papel terapéutico de los nuevos anticoagulantes, preferentemente orales.
• Identificar el papel de los fármacos anti-inflamatorios (rituximab, agentes anticomplemento, estatinas).
• Realizar ensayos controlados, aleatorizados y bien diseñados en embarazadas.

Resumen de puntos básicos
 

• Si el SA no se trata puede causar discapacidad permanente, morbilidad materna o peri natal grave o incluso la muerte.
• Los síntomas pueden aparecer en casi todos los sistemas de órganos.
• La trombosis venosa y el ACV son las manifestaciones trombóticas más comunes.
• En el embarazo, el SA se asocia con resultados adversos maternos y fetales.
• La prueba del anticoagulante lúdico es la más útil, porque su positividad tiene una estrecha relación con las manifestaciones clínicas.
• La valvulopatía cardíaca es una manifestación clínica importante y puede contribuir al riesgo de ACV.

Enfermedad mixta del tejido conectivo


 

Rev. bol. ped. v.44 n.2 La Paz jun. 2005

Introducción

El espectro clínico de las enfermedades del tejido conectivo es extremadamente diverso. Múltiples síntomas y signos podrían presentarse en diferentes combinaciones: en algunos casos se trata de combinaciones específicas de síntomas que frecuentemente se presentan juntos, en la mayoría de los casos en asociación con autoanticuerpos contra constituyentes nucleares bien caracterizados. Esto ha llevado a la definición de enfermedades específicas del tejido conectivo basada en la presencia de síntomas y signos particulares, en asociación con hallazgos serológicos específicos. Sin embargo, muchos pacientes con síntomas de enfermedad del tejido conectivo no satisfacen totalmente los criterios diagnósticos para una enfermedad específica: tales pacientes podrían estar en una etapa inicial de alguna de estas enfermedades y luego podrían desarrollar una específica. La enfermedad mixta del tejido conectivo (EMTC) es el clásico ejemplo de un síndrome indiferenciado dentro de las enfermedades del tejido conectivo. La justificación de definir a la EMTC como una enfermedad específica del tejido conectivo está basada en parte, en la presencia de autoanticuerpos a antígenos nucleares particulares, por ejemplo U1-RNA asociado a proteínas, U1 ribonucleoproteína nuclear pequeña (U1-snRNP)


Fisiopatología

La EMTC tiene síntomas de muchas enfermedades autoinmunes (artritis reumatoidea juvenil, lupus eritematoso sistémico, esclerosis sistémica, síndrome de Sjogren, miositis, dermatomiositis). A continuación se mencionan los criterios diagnósticos de la EMTC publicados por algunos autores.


Criterios de Sharp (1972)

  • El diagnóstico definitivo requiere 4 criterios mayores con anti-U1 RNP positivos y anti-Sm negativos.
  • El diagnóstico probable requiere 3 criterios mayores y 2 menores mas la positividad de anti-U1-RNP.
  • El diagnóstico posible requiere 3 criterios mayores sin evidencia serológica de enfermedad.

Los criterios mayores son: miositis severa, compromiso pulmonar (lesiones vasculares en biopsia pulmonar), fenómeno de Raynaud o hipomotilidad esofágica, manos tumefactas o esclerodactilia y altos niveles de anti-U1 RNP con anti-Sm negativos.

Los criterios menores son: alopecia, leucopenia (<4.000 glóbulos blancos/mm3), anemia, pleuritis, pericarditis, artritis, neuralgia del trigémino, exantema malar. trombocitopenia (100.000/mm3), miositis leve e historia de tumefacción en las manos.

Clasificación de Alarcón-Segovia y VilIareal

  • El criterio serológico es la positividad de los anti-RNP con títulos mayores de 1:1600
  • Los criterios clínicos son (al menos 3): edema de las manos, fenómeno de Raynaud, acroesclerosis, sinovitis y miositis.

Criterios de Kasukawa

El diagnóstico requiere 3 de las siguientes condiciones: positividad de uno de los dos síntomas principales, positividad de anticuerpos anti-RNP y positividad en uno o más hallazgos en 2 de las tres categorías de la enfermedad. Los siguientes son hallazgos de las categorías de la enfermedad:

  • Lupus sistemico like: poliartritis, linfadenopatía, eritema facial, pericarditis o pleuritis, leucopenia o trornbocitopenia.
  • Esclerosis sistémica progresiva like: esclerodactilia, fibrosis pulmonar, enfermedad pulmonar restrictiva, hipornotilidad esofágica.
  • Polimiosisits likedebilidad muscular, incremento de los niveles séricos de creatinin kinasa y patrón miogénico en la electromiografía.

Síntomas comunes son el fenómeno de Raynaud y la tumefacción de los dedos y manos.


Epidemiología

Se trata de una patología rara, en los Estados Unidos de Norteamérica, se estima que grandes centros reurnatológicos pediátricos tienen entre 5 y 15 casos activos, no se ha reportado una distribución étnica específica; existe predominancia de casos en el sexo femenino, con una edad media de inicio de la enfermedad alrededor de los 12 años.


Clínica

La EMTC fue descrita inicialmente en 1972 por Sharp como un síndrome único con características de lupus eritematoso sistémico, esclerosis sistémica y polirniositis asociada con autoanticuerpos hacia U1-RNP, sin embargo la percepción clínica de la EMTC ha evolucionado considerablemente en los últimos años, por ejemplo, no todos los casos tienen un curso benigno.

La presentación más frecuente de la EMTC la constituye un niño con poliartritis, malestar general y fenómeno de Raynaud: el paciente también puede presentar los siguientes síntomas: debilidad muscular proximal, exantema (exantema púrpurico usualmente palpable), disfagia, fiebre, nódulos reurnatoideos, alopecia y telagectasias.

Si bien los signos son inespecíficos debe prestarse mayor atención a la presencia de: alopecia, dolor costal, frote pericardíco, exantema malar, exantema petequial, tumefacción de las manos, neuropatía del trigérnino, acroesclerosis, distensión epigástrica.

La poliartritis está considerada como una característica prominente de la enfermedad, generalmente es leve, pero puede también ser deforrnante y erosiva, puede asociarse a una erupción cutánea de coloración violácea, con descamación en dedos y codos: al igual que en la artritis reumatoide juvenil, puede existir compromiso prominente de la articulación temporo-rnandibular, que podría llevar a una disfunción de la articulación en asociación con daño radiológico.

A nivel cardíaco pueden observarse anormalidades pericárdicas, como engrosamiento o derrame perdicárdico que generalmente no son hemodinamicamente significativas, también podrían observarse lesiones verrucosas a nivel de la válvula mitral semejantes a las encontradas en la endocarditis de Libmans -Sacks, típica del lupus eritematoso sistémico.


Diagnóstico diferencial

La enfermedad deberá distinguirse de otras enfermedades autoinrnunes del tejido conectivo con las que comparte algunas caracterfsticas clínicas y laboratoriales, sin embargo también debería considerarse a las siguientes patologías: leucemia linfoblástica aguda, síndrome nefrítico, endocarditis bacteriana, fibromialgia, síndrome de Evans, pericarditis viral, síndrome nefrótico, poliarteritis nodosa, sarcoidosis y fibrosis pulmonar idiopática.


Exámenes de laboratorio

La evaluación inicial de un paciente con sospecha de EMTC debería incluir los siguientes exámenes de laboratorio:

  • Hernograma completo con recuento de plaquetas y reticulocitos; si el paciente presenta una combinación de Ieucopenia, trombocitopenia o anemia hemolitíca (hallazgos comunes en esta enfermedad) también se debería considerar la posibilidad de leucemia.
  • Electrolitos, función hepática y renal
  • Colesterol y proteinograma
  • Examen general de orina
  • Enzimas musculares pues la miositis podría ser descubierta mediante la creatinin kinasa (CPK), ALT y LDH.
  • Reactantes de fase aguda incluyendo velocidad de sedimentación globular o proteína C-reactiva.
  • Anticuerpos antinucleares, que usualmente son positivos y a títulos altos, anticuerpos anti-DNA, los cuales ocasionalmente pueden resultar positivos en pacientes con EMTC.
  • El panel de autoanticuerpos incluye: anti-RNP, Smith, Ro (SSA), La (SSB), Scl-70, anti fosfolipidos, cardiolipina e histona. Por definición los anti-RNP deben ser positivos y los anti SM negativos


Características serológicas

El anticuerpo U l-snRNP está dirigido a proteínas específicamente asociadas con U1-RNA en partículas U 1RNP. llamadas proteínas 70-kd,A y C. La gran mayoría de los anticuerpos anti-U1RNP reaccionan con las dos primeras.

Se ha sugerido que los anticuerpos que reaccionan con la proteína 70-kd representan un importante marcador serológico de la EMTC; sin embargo es también de hacer notar que si bien dichos anticuerpos están presentes en muchos de los pacientes con EMTC, también se encuentran en aproximadamente 50% de pacientes pediátricos con lupus eritematoso sistémico.


Exámenes por imágenes

Los estudios iniciales deberían incluir: radiografía de tórax, serie esófago -gástrica para evaluar la motilidad esofágica y ecocardiografía para evaluar la función valvular y miocárdica así como para obtener un estimado de la presión arterial pulmonar.

Estudios más sofisticados como una tomografía computarizada de alta resolución o una resonancia magnética podrían ser necesarios para determinar la existencia de fibrosis pulmonar o trastornos a nivel cerebral respectivamente.


Tratamiento

El punto más importante en el cuidado de pacientes con EMTC es la evaluación clínica y laboratorial frecuente, con el objetivo de descubrir nuevas manifestaciones de la enfermedad y proveer una pronta atención de estas. Se debería considerar la evaluación por lo menos anual mediante ecocardiografía, pruebas de función pulmonar y esófago baritado.

Al igual que todos los pacientes que reciben terapia en base a cortocoides sistémicos la dieta deberá ser baja en grasas, con suficiente calcio y con restricción de sal; Se deberá aconsejar mantener el mismo ritmo de vida y las limitaciones de la actividad normal deberán ocurrir solo en forma secundaria al compromiso serio de algún órgano.

Se deberá también aconsejar evitar la exposición al frío intenso y el abrigo acorde para disminuir los síntomas del fenómeno de Raynaud.

Una variedad de fármacos son utilizados en el tratamiento de niños con EMTC y su elección depende de las manifestaciones de la enfermedad.

Los objetivos del tratamiento son el control de las manifestaciones de la enfermedad, permitir que el niño tenga una buena calidad de vida sin exacerbaciones de la enfermedad y la prevención de un daño serie de algún órgano.

Muchos de los fármacos utilizados tienen efectos colaterales importantes, contraindicaciones e interacciones medicamentosas. Existe un alto riesgo de infección, infertilidad y enfermedad cardiovascular futura; la herramienta más importante en el tratamiento de niños con EMTC es la reevaluación meticulosa y frecuente de los mismos.

Los antiinflamatorios no esteroideos son utilizados en niños quienes presentan enfermedad leve (artritis o dolor músculo-esquelético), se puede elegir entre los siguientes fármacos:

  • Naproxeno: 7 -20 mg/kg/día BID/TID
  • Tolmetin: 15 -30 mg/kg/día TID/QID
  • Diclofenaco: > 12años: 2-3 mg/kg/d BID

Los pacientes en quienes las manifestaciones mayores de la enfermedad son lupus, exantema y otros síntomas menores pueden ser tratados con antimalaricos:

  • Hidroxicloroquina: 3 -7 mg/kg d

Los corticoides se utilizan para tratar niños con hipocomplementemia y niveles elevados de anticuerpo anti-DNA, niños con miositis activa o aquellos con manifestaciones significativas de escleroderrna: las dosis varían con la intensidad de la actividad de la enfermedad, se puede considerar:

  • Prednisona diaria: l mg/kg/día o dosis mayores ( 5 mg/kg/d) a días alternos
  • Prednisona diaria: 0.5 mg/kg/d en combinación con altas dosis intermitentes de metilprednisolona endovenosa (30 mg/kg/dosis) por una semana.

Los agentes inmunosupresores podrían ser útiles para pacientes con nefritis: azatioprina (13 mg/kg/día)en casos leves o ciclofosfamida con corticoides en nefritis clase III o IV. Se puede utilizar metotrexate (5 - 20 mg/m2/semana) para niños con artritis no controlada por antiinflamatorios no esteroideos y para aquellos pacientes con fibrosis, especialmente piel escleromatosa.

También se puede considerar el uso de cilofosfamida para niños con compromiso sistémico severo de cerebro y pulmón.

Se pueden considerar otros agentes tales como mofetil o ciclosporina cuando los fármacos convencionales han fallado; otros tratamientos todavía bajo estudio incluyen terapia hormonal, agentes biológicos dirigidos a la producción de citoquinas y anticuerpos anti-DNA.


Síndrome de Rhupus. Superposición infrecuente

Rev. Nac. (Itauguá) vol.10 no.2 Itauguá Dec. 2018

 INTRODUCCIÓN

Los síndromes de superposición son considerados como un raro fenómeno1. El síndrome de Rhupus, se define como una poliartritis simétrica deformante y erosiva acompañada de síntomas de LES y la presencia de anticuerpos de alta especificidad diagnóstica, como son el anti-DNA de doble cadena, anti-Smith y anticuerpos antipéptidos citrulinados cíclicos2. En este síndrome es característico el compromiso renal y manifestaciones neurológicas, a pesar de ser una afección infrecuente, provoca complicaciones que determinan distintos grados de discapacidad en los pacientes que la padecen3.

REPORTE DE CASO

Paciente joven, de 19 años, con antecedente de 3 meses de evolución de astenia de inicio insidioso, progresivo, acompañada de rigidez y dolor en articulaciones pequeñas y grandes, como manos, hombros, codos, rodillas, de manera simétrica, a predominio matutino, que cede de manera espontánea. Además, aparición de lesiones rojo violáceas, pruriginosas, confluentes, no dolorosas, generalizadas predominando en región malar, abdomen, miembros superiores e inferiores, por lo que acude a facultativo en múltiples ocasiones, quien la médica con cetirizina vía oral y betametasona crema sin mejoría. Al cuadro se agrega, gingivorragia y epistaxis en moderada cantidad, que cede con compresión local.

Al ingreso se constata presión arterial 120/70 mm Hg, pulso 75/min, respiraciones 17/min, temperatura axilar 36,5°C, saturación O 96%, glicemia capilar 98 mg/dL. Al examen físico, eritema malar en alas de mariposa (Figura 1), ulceras orales (Figura 2), alopecia y lesiones tipo purpuricas dispersas con predominio en rostro, tronco y extremidades inferiores.

En laboratorio de rutina leucopenia (3500 mm3, N: 68%, L: 28% M: 4%) y trombocitopenia (7000 mm3). PCR 10 mg/L, test de Coombs directo (+). En punción aspiración de medula ósea megacariocitos aumentados, compatibles con púrpura trombocitopénica. ANA 1/160, C4 11,1 mg/dl, Anti Ro 93,5, Anti Sm mayor a 100, Anti CCP 20,5, Anti La 57 sg. Orina simple no patológica, radiografía de manos sin hallazgos patológicos. Dentro de los criterios clínicos para LES se constaron: lupus cutáneo agudo (eritema malar), ulceras orales, alopecia no cicatrizal, leucopenia y trombocitopenia y criterios inmunológicos: ANA +, Anti Sm +, hipocomplementemia, Coombs directo +. Con el compromiso de más de 10 articulaciones, PCR anormal, Anti CCP elevado y más de 6 semanas de evolución se establece el diagnóstico de artritis reumatoide. En conjunto como fenómeno de superposición de realiza el diagnóstico de Síndrome de Rhupus.

Recibió metilprednisolona: 1gr/día por 3 días e inmunoglobulina: 1gr/kp/día por 2 días, con mejoría del recuento plaquetario, la prescripción ambulatoria fue prednisona 75 mg/día, hidroxicloroquina 400 mg/día y azatioprina.

Figura 1 Eritema malar en alas de mariposa.  

Figura 2 Ulceras orales.  

DISCUSIÓN

El síndrome de Rhupus ha sido considerado como una rara superposición entre artritis reumatoide y lupus eritematoso sistémica que llega a tener características clínicas y de laboratorio propias1.

Las características clínicas y serológicas que permiten llegar a su diagnóstico evidencian una progresión hacia un daño articular de tipo erosivo, lo que trae consigo mayor destrucción articular con aumento de los grados de discapacidad y disminución de la percepción de la calidad de vida en los pacientes que la padecen2.

El síndrome de Rhupus ha sido estimado entre el 0,01% y 2% de los pacientes con enfermedad reumatológica, una entidad muy infrecuente3 4.

Esta afectación se describe con mayor incidencia en el sexo femenino, aunque puede aparecer en pacientes varones4. Por lo general aparecen primeramente manifestaciones de artritis reumatoide y posteriormente de lupus eritematoso sistémico, tal es el caso presentado con antecedentes de poliartritis y posteriormente manifestaciones hematológicas del LES5.

A pesar de ser una entidad rara es importante conocer los elementos clínicos y humorales que permiten su diagnóstico precoz, facilitando comenzar el tratamiento de forma oportuna y disminuir sus posibles complicaciones6.